PARVA I, ‘conjunto de mieses tendidas en la era antes de separar el grano’, origen incierto, quizá es el lat. PARVA ‘cosas pequeñas’, suponiendo que significara primero ‘conjunto del cascabillo y demás residuos del grano’, pero como no hay prueba de que tal sea el significado primitivo, tal vez se trate de una reliquia prerromana con el sentido de ‘montón o porción de cosecha’, acaso de origen indoeuropeo y emparentada con el sanscr. e iranio párvatas ‘montaña, peñasco’ y su primitivo parvā o parvan- ‘nudo, bulto’.
1.ª doc.: Alex. («trillava don Agosto las miesses por las eras, / aventava las parvas, alçava las ceveras», 2398bO; palladas, P).
Es palabra casi exclusivamente castellana, pues aunque se emplea en el valenciano de Elche, Altea y Valencia (BDC XVIII, 52; Griera, Tresor) parece ser castellanismo; alguna mayor extensión tiene en gallegoportugués, pues en Galicia existe parva «mies en la era antes de separar el grano; montón» (Vall.; no en Sarm. CaG., cf. allí, p. 65), pero como en Portugal sólo encontramos «parba: cereal na eira, antes de trilhado» y «parbão: cereal ja trilhado, amontoado em colunas para ser levantado ao vento e limpo» en Tras os Montes (G. Viana, RL I, 311), mientras no demos con documentación antigua quedará la sospecha de que el vocablo se propagara allá desde León. Sin embargo hallamos también parga en Serra de Santo Antonio (NE. de Estremadura) «monte; montƟo; a moreia de palha que se junta ao lado da eira, a seguir à debulha do trigo» (RL XXXVI, 149), y en Turquel, otra localidad de la misma región, vecina a Alcobaça, donde J. Diogo Ribeiro traduce sencillamente «pilha, ruma» (RL XXVIII, 120)1. Nada más en la Romania.
Puede decirse que la etimología no se ha estudiado, aunque varios han afirmado que venía del lat. PARVUS ‘pequeño’, pero dando muchas veces justificaciones semánticas pueriles: Covarr., que porque al labrador le parece siempre pequeña; Aguado, porque la mies bieldada ya parece pequeña en comparación del gran montón de grano y paja revuelto, pero justamente la parva es siempre la mies sin bieldar, con paja y todo; Alwin Kuhn (ZRPh. LV, 580) supone que se aplicaría primero a la paja trinchada o desmenuzada, de lo cual tampoco existen pruebas; Krüger (VKR I, 267) supone se aplicara al conjunto de las espigas individuales que la forman (¿a base de un neutro plural?, pero SPICA y no SPICUM es lo único que se halla en la Península Ibérica); sin embargo, este epíteto y su sustantivación me parecen muy inverosímiles.
Si fuese seguro que la parva primero se extendió solamente a las mieses ya trilladas que se están aventando, se podría admitir que el neutro plural PARVA se aplicara a las partículas de cascabillo y paja que se echan a volar durante la bielda, y de aquí pasara después al montón que va a ser bieldado. Ahora bien, Covarr. dice realmente que parva es la «mies que tiene el labrador en la era trillada, y recogida en un montón, antes de ablentarla y separar la paja del grano»; en el Quijote se reproduce el refrán «a mal viento va essa parva» (II, lxviii, 261), y el mismo sentido implican el pasaje más antiguo, del Alex., y el de APal.; Aut. advierte en cambio que lo mismo se le aplica el nombre antes que después de trillarla y Oudin en su 1.ª ed. decía también «airée de bled, coulche de bled dans l’aire quand on li veult battre», si bien es verdad que después de la aparición de Covarr. se apresuró a rectificar su definición en el sentido expresado por este lexicógrafo. Hoy las definiciones dialectales se refieren sobre todo a la mies por trillar: «la carga de espiga que se echa en la era pa maiar» (Rato), «cantidad de mies tendida en círculo sobre la era para ser trillada» (A. Garrote), y en sentido análogo se expresan Bergmann en Navarra y Aragón (p. 68), Bierhenke en la Sierra de Gata (VKR II, 26), Sánchez Sevilla en Cespedosa (RFE XV, 271), Kuhn y Casacuberta (BDC XXIV, 176) en el Alto Aragón, Lemos en el Ecuador2. Pero todo esto puede ser secundario, a pesar de que pueda apoyarse en un autor tan antiguo como Juan Ruiz. Y la idea me parece fuertemente corroborada por el refrán del Quijote (los refranes presentan muchas veces las voces con sentido arcaico) y el pasaje del Alex., en los cuales parece precisamente tratarse de las partículas que vuelan; quizá exprese lo mismo el pasaje de un inventario aragonés de 1369, donde se registra «hun plegador de parba» (BRAE II, 709): plegador será ‘recogedor’ y se tratará del mismo utensilio que hoy se llama aparvadera (V. abajo), cuyo sentido constituye otro apoyo de esta etimología.
Con todo, haría falta encontrar pruebas semánticas más completas, y más copiosa documentación antigua, para hacer una afirmación rotunda; mientras tanto no podemos asegurar que no se trate de una voz no latina, quizá uno de los numerosos términos prerromanos que significan ‘montón’, por más que vocablos en P- inicial sean raros o inexistentes así en céltico e ibero-vasco como en germánico. Las citadas palabras portuguesas de la forma parga ‘montón’ dan pie a esta sospecha, y su coincidencia con el nombre de lugar gallego Parga, estudiado s. v. PARQUE, y perteneciente a la misma familia que el lat. bárbaro PARRICUS ‘granero’ y el ast. occid. parreiro íd., justamente sugieren una voz relacionada con el germ. *PARRA (*PARRէCA) que de ‘granero’ pasara a ‘montón de mieses’. Sin embargo hay un grave tropiezo fonético, pues no se explica el paso de parga a parva: la > vaga etiqueta de «equivalencia acústica» no satisface nunca, y menos en un caso tan general, y un cruce de parga con ACERVUS ‘montón’ (que no es voz romance y no termina en -A) resulta inverosímil; en cambio sería concebible que por influjo de la vacilación entre parvo y *pargo ‘pequeño’ (que seguramente existe en Portugal, comp. it. pàrgolo íd.) se cambiara parva en parga. Esta hipótesis prerromana por ahora debe mirarse como más arriesgada.
Quizá voz sorotáptica para ‘montón, porción (de mieses)’, hermana del scr. párva n. (radical pár-van-) ‘división, porción, sección (especialmente de un libro)’, ‘período de tiempo’, cuyo sentido primitivo se ha supuesto en el también usual de ‘nudo, juntura, articulación’, ‘miembro’; cf. scr. paruɊ n., de iguales significados, gr. πέƗραρ ‘final, cabo’, ęπείρων ‘infinito’, y el derivado scr. párvataɅ, avéstico paurvatā (tres pasajes) ‘montaña, peña’, gr. πείρατα ‘límites’; los cuales autorizan a suponer un ie. *perȮ- (> gr. ρεπ?- > πειρ-) que alternaría con porȮ, p࿋Ȯ-, y cualquiera de estos últimos podría dar un sorotáptico *parȮā- (cierto que la formación de πεƗραρ y del scr. parva puede interpretarse de otras maneras, de suerte que sólo es segura la existencia ie. de una raíz per- y -Ȯ- podría no ser prolongación ie. de la misma sino parte de un sufijo puramente indoiránico; de todos modos una ampliación en -?- es siempre fácil en cualquier lengua ie. y por lo tanto en sorotáptico). Aunque Pok., IEW, 811.12 sólo habla de parva- neutro ‘nudo’, ‘articulación’, lo mismo párvataɅ que párva(n) ‘sección de un libro’ aparecen ya en el Rig Veda, aquél muchas veces (I 85.10, II 12.2, 12.11, 12.13 por lo menos), éste (con interpretación menos segura) en VII 103.5, VIII 5.2. Desde luego ‘nudo’ es buena base semántica de la idea de núcleo montañoso, y Bartholomae, Altiran. Wb., 872, sólo da el significada ‘montaña’, ‘sierra’.
DERIV.
Parvada ‘el conjunto de una gran parva’, ‘montón de cosas’ arag., alav., and. (Borao; ZRPh. LV, 580; Baráibar; RH XLIX, 531). Parvado ‘abundante’ santand. (G. Lomas). Parvero ‘el encargado de revolver la mies en la era mientras se está trillando’ segov. (Vergara); ‘montón largo que se forma de la parva para aventarla’ (Acad.). Aparvar [1605, Pícara Justina] ‘amontonar, reunir’; aparvadera ‘utensilio para recoger las porciones de mies que dejan la rastra y el bieldo’ (Acad. después de 1884). Emparvar o, regionalmente, esparvar.
1 Sin embargo, comp. s. v. PARQUE. Parece ser forma bien conocida y más extendida, pues G. Viana, muchos años antes de publicarse estos vocabularios, la mencionaba, aunque sin explicarla, en su nota citada. Por otra parte carece de interés la forma palva usual en Salamanca y Sierra de Gata.― ↩
2 «Haces de trigo, cebada, guisantes, etc., amontonadas en figura de dos conos que se tocan por sus bases, con el interior truncado y que descansa en el suelo de la era» (Supl. II, 23). ↩